Tzvetan Todorov, Los géneros del discurso, Venezuela, Monte Ávila Editores, 1991 (adaptación)
En estos relatos, el narrador aparece como un testigo que vacila acerca de los hechos narrados o que los cuenta con una certeza y una naturalidad tales que el lector sospecha de él. Uno podría escribir la fórmula de la siguiente manera: yo + verbo correspondiente a una actitud (como creer, pensar, etc.) + tiempo verbal pasado o adverbios “casi, tal vez, sin duda” que dan sensación de incertidumbre + proposición que describe el hecho sobrenatural.
Pero no basta con tener en cuenta lo narrado, hay que contar con el modo de presentarlo. El relato
puede presentar esa convivencia de hechos normales y anormales como problemática o como no problemática: en el primer caso tendremos la literatura fantástica, en el segundo algunas formas de lo maravilloso; por ejemplo, los cuentos de hadas (…) Por problemática entiendo suscitadora de problemas, conflictiva para el lector (y a veces también para los personajes); de ninguna manera quiero decir dudosa o insegura en cuanto al juicio sobre la naturaleza de los hechos.
a. Los que se explican por la agencia de un ser o de un hecho sobrenatural.
b. Los que tienen una explicación fantástica, pero no sobrenatural (“científica” no me parece el epíteto conveniente para estas invenciones rigurosas, verosímiles, a fuerza de sintaxis).
c. Los que se explican por la intervención de un ser o de un hecho sobrenatural, pero insinúan, también, la posibilidad de una explicación natural; (…) los que admiten una explicativa alucinación.
[En los cuentos fantásticos] los hechos insólitos o extraordinarios son manejados literariamente con la suficiente vaguedad como para resultar compatibles con nuestra imagen de la vida cotidiana. (…) se presentan como pertenecientes a una zona indeterminada en la que no es posible establecer si tienen origen en la objetividad sobrenatural o en una subjetividad morbosa. (…) La variedad de especies que admite esta producción es múltiple: el horror, lo sobrenatural, lo monstruoso, lo indeterminado, la especulación metafísica, la conciencia de la culpa o del pecado e innumerables experiencias humanas de índole fronteriza y penumbrosa han logrado canalizarse en el área fantástica (…) El cuento fantástico propone una salida ambigua que consiste en dejar que el misterio quede circundado de vaguedad, como para que nunca pueda decidirse si el hecho insólito es un efectivo síntoma del orden sobrenatural o meramente un indicio de locura u oneirismo.
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